Seguidores

lunes, 23 de mayo de 2011

SSSSSSSSSSSSSSSSSSSH SOLO SEXO

Era uno de esos veranos de días largos y calurosos. De noches cortas e intensas.

Bebía un Gintonic, en un garito moderno, de esos que sus dueños y gerentes se pasan la ley de costas por el forrito de sus plumas de firmar contratos basura a sus camareras, y le roban unos cuantos metros a la arena de la playa. De esos que ponen pepino y pétalos de rosa a las ginebras más secas.


Miraba la parroquia, gente bailando, gente hablando, chicos y hombres intentando ligar con las camareras, desconocedores que eso es prácticamente imposible, mujeres que hacía tres segundos habían perdido lo más terso de su piel y parecían aún no haberse dado cuenta, gente guapa, y no tan guapa pero que pretendía serlo. En fin, ni más ni menos que la fauna que habita las mentiras de las noches de verano.


Mientras pensaba si tomaría otra copa, a sabiendas que la próxima sería la que daría inicio a una borrachera, me fije en dos chicas que andaban muy juntas y se acercaban al trocito de barra que yo dominaba. Una, no muy alta y sin más curvas de la cuenta, vestida con tejanos ajustados, camisa inmaculadamente blanca y con algo de vuelo en la solapa, con un botón abrochado de mas, para mi gusto, sin reloj, pulseras, pendientes ni joyas, tan sólo un colgante, como de monedas antiguas de bronce, pelo algo más largo de media melena, sedoso y castaño oscuro casi rojizo, ojos negros e intensos, pintada como una abogada o una ejecutiva que había salido con los amigas a cenar. Su aspecto de niña buena y formal no me engañaba; su miraba fija e intensa, sus movimientos seguros y felinos eran los de una bruja dispuesta a todo. La otra totalmente diferente, pelo cortísimo, casi afeitada la cabeza, minifalda muy corta, pulsera de pinchos, un anillo grande en forma de calavera en uno de sus dedos, camiseta sin mangas y cortada a bocados por encima del ombligo con piercing color plata, más voluptuosa, pechos tal vez operados, botas casi militares, y ojos pintados de negro intentado ocultar una mirada triste y tímida. Tampoco engañaba, no era la hembra peligrosa que quería aparentar.

Se pararon a mi lado, les salude. No obtuve respuesta.
- Hola-
Silencio por respuesta.
- Os apetece una copa?,- pregunté levantando el balón adornado con pétalos y rosas.
La ejecutiva me quitó con rapidez y certeza, la copa de la mano, bebió un largo trago. Me miró fijo a los ojos sin pestañear un segundo y besando en la boca a su compañera le dio a beber lo que segundos antes estaba en su boca.

Uffff, va a ser una noche divertida pensé. -¿cómo os llamáis? Insistí
Y la chica del pelo corto se llevo el dedo índice a los labios, pintados de oscuro, se acerco a mi oído y dijo Ssssssssssssssssssssssh. Cogió la copa y bebió sin compartir el néctar con su amiga.
Esta operación y similar se repitió un par de veces, la música cambiaba, con las insustancialidades de canciones de verano, la gente bailaba, el bar estaba repleto, pero alrededor de mi tan sólo existían esas dos hembras.
- Vale, -les dije intentando ser simpático-, sois dos ladronas internacionales y pensáis por mi maravilloso porte que podéis robar un buen botín, os equivocáis, no llevo más que lo puesto y no valgo más que lo que veis.
- Ssssssssssssssssssssssh,- y vuelta a beber de mi copa, la una y la otra, mientras se miraban y se sonreían.
- Ok, sois sordomudas y cansadas de andar solas intentáis hablar conmigo-
Les dije intentando hacer gestos con las manos que disimulan el lenguaje de signos, no contestaron, pero una sonrisa ilumino sus rostros.
- Vale, pues no sé, sois dos enfermas del sexo y me queréis violar, no sé, ya no se me ocurre que deciros. No os costará, puede que hasta me deje-
Dije riendo y compartiendo sonrisas, que al parecer es lo único que íbamos a compartir esa noche.
Sssssssssssssh, dijo la chica del pelo largo y cogiéndome de la mano, tiró de mi hacia el exterior del bar, hacia la playa, la seguí, y la compañera del pelo corto tomo mi otra mano y vino con nosotros.

Andamos sin decir palabra hasta muy cerca del lugar en el que las olas acaban muriendo. La Luna en cuarto creciente parecía sonreír y las estrellas como hogueras lejanas alumbraban tímidas la arena y las caras.

La chica con aspecto pijo levanto su pelo y señalo su cuello, en él había tatuado un nombre de mujer, señalo a su compañera, dije encantado y le fui a dar dos besos y la teniente O’Neill beso mis labios a modo de presentación. La chica del pelo corto bajo un poquito la, ya cortísima, falda y en el lugar en que debería haber algo de pelo pude ver otro tatuaje, otro nombre de mujer. Lo leí y recibí un beso de la ejecutiva. Les dije mi nombre y recibí besos de ambas en la boca, tan juntas que se mezclaron nuestras tres bocas, nuestras tres lenguas.

Era una invitación que no estaba dispuesta a rechazar, siempre fui un caballero, y según que guantes lanzados al viento no se rechazan. La ejecutiva abrió su bolso, y sacó algo que no se debería de vender a menores, devolvieron la invitación. – al cap i a la fi, ellas se habían bebido mi copa-.

Yo estaba de pie y la teniente O’Neill desabrocho mi camisa, mientras la ejecutiva de pelo sedoso cogía mis manos, desabrochó el pantalón y lo dejó caer al suelo. Ella se arrodilló y engulló parte de mi, la introdujo en su boca en el cielo de su paladar… Nos dejamos caer en la arena de la playa. La hembra que lamia mi ser se había desnudado en un suspiro, sin yo haberlo percibido. La otra estaba tras de mi besando mi boca, empapando con su saliva mi paladar y mi lengua. Vestida su inmaculada camisa blanca y sus tejanos. Los desabrochè y desabotonados todos los botones los rasgué y los rompí. (puede que ellas fueran dos depredadoras y dos felinas en celo, pero yo no sería presa fácil) Sonrió, le gustó los tejanos rotos. Sin embargo no pude arrancar su tanguita de encaje ella se lo quito, despacio, con movimientos cadenciosos de modo tal que hacía que mis ojos pensarán si mirar a su amiga, su novia, o quien fuera aquella chica de grandes pechos y pelo corto que, literalmente, lamia, mordía y succionaba esa parte de mi que suelo llevar tapada, o si mirar como ella se quitaba tan digna prenda.

Tras hacerlo dejó la cuarta de su ombligo, este con el pelo minuciosamente recortado, a la altura de mi lengua. Otra invitación que no iba a rechazar, Así que lamí y mordí exploré y sorbí. Exploté inundando la boca de la teniente O’Neill, que está vez, sí, compartió el néctar con su amiga.

No iba a rendirme, las miraba a las dos, pensando que ellas si estaban acostumbradas a ese baile de manos, de lenguas de dedos, de pechos acariciados, de besos en la espalda, de tres lenguas compartiendo su sabor. Anulares, medios, meñiques e índices de una y otra entrando en todos los lugares en que esos dedos pueden entrar. Me recree viendo como la calavera de plata fija en el pulgar desaparecía, empapada, una y otra vez en ese lugar que yo minutos antes había saboreado. Pequeñas muertes compartidas. No sé si estaba ante las mejores actrices del mundo, o si realmente las mujeres pueden morirse y resucitar tantas veces. Envidia de hombre que jamás se morirá y resucitará tantas veces seguidas.

Finalmente, y aprovechando la postura de la romántica con disfraz de guerrera, puse a la tigresa cazadora con disfraz de pusilánime, sobre ella y me puse tras ambas. Tome el pelo oscuro y casi rojizo con mis manos como si cogiera las riendas de una, de dos yeguas, desbocadas. Mi hombría, otra vez en su mejor posición, entro una y otra vez, indiscriminadamente en todos aquellos lugares en los que era bien recibido. Y lo era en todos. Más pequeñas muertes compartidas.

La luna estaba a punto de dejar paso a su hermano el sol, las estrellas hacia tiempo que dejaron de alumbrar ese momento y ese lugar, las olas seguían muriendo muy cerca de esos tres pares de pies. La chica de pelo corto se vistió, la otra saco un pareo de su bolso, se lo puso en su cintura y dejó, allí tirados su tejanos rotos, Ejemplarizando de este modo que los besos del pecado son mucho más interesantes que los besos que no has dado
- Joder no diréis, ni siquiera ahora, una palabra.
- Ssssssssssssssssssssssssssh
Y me dieron ambas dos castos besos en la mejilla, se cogieron de la cintura, como dos ancianos que llevan toda la vida amándose, y se fueron andando por la arena de playa hacia el sur, hacia el lugar en el que Onan dejo las semillas de sus sueños.

jueves, 19 de mayo de 2011

INDIGNADOS. HARTOS

Algo cambia en el mundo, algo cambia en nuestro país, en los países vecinos. No sé tal vez empezaron los hombres que se quejaron por primera vez de la imposibilidad de subir piedras en el verano del desierto para construir pirámides, o tal vez Espartaco contra sus amos romanos, o los burgueses en su lucha contra la nobleza, o la revolución francesa con su lucha contra el absolutismo, “cogito ergo sum” que diría nuestro abuelo Descartes. El intento, de desastrosas consecuencias, de apartar a Nicolas II de Rusia. La revolución de los claveles. Mayo del 68 y Jean Paul Sartre. La plaza de Tian’anmen. O la plaza de Tahir. O ese maravilloso, casi centenario, Stépahane Hessel y su INDIGNAOS. O simple y llanamente la impronta de rebeldía que los dioses dejaron en nuestro ADN. El deseo de cada día sonreír algo más que el anterior, pero lo cierto es que parece que algo cambia.


Arde la calle y las aceras, tapadas por pancartas de hartazgo y “ de hasta aquí hemos llegado”, pero no es un fuego destructor, demoledor y dañino. No. Más bien es una hoguera redentora, el calor del fogón de un buen hogar que pretende traer bienestar a los maltrechos huesos de los que ya están cansados de ser los antepenúltimos.


Fuegos que no pretenden quemar ni devastar nada, todo lo contrario, pretenden tan sólo ser un faro de esperanza. Una baliza de algo nuevo y mejor, las brasas donde se cuecen las antiguas promesas aún incumplidas. La llama que alumbrará las letras esculpidas en las viejas cavernas prehistóricas en las que ya se podía leer que otro mundo es posible. Lumbre que ilumina el innegable deseo de vivir, todos, cada día un poquito mejor que el anterior. Destello de la luz que se opone a la injusticia que nace en la mejor parte de tu corazón, y del tuyo, y del tuyo, y del tuyo, y del mio.


En el centro de esta vieja y cansada península y piel de toro. En la plaza del Sol, en pleno kilometro cero vemos un nuevo punto de partida. Barcelona, Sevilla, Granda, Bilbao, Valencia, Zaragoza, y muchas más, tapan las calles. Incumplen la premisa de estar callados. No. No. No. ya no nos callamos más. Hasta aquí, hasta aquí hemos llegado. ¿Qué tenemos frente a nosotros? Un nudo gordiano en las corbatas del que gana muchiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiisimo más de lo que podrá gastar. No. Ya está. Cortemos ese nudo gordiano, repartamos entre todos ese lazo.

Aquí, desde el mediterráneo y sin banderas, huele bien, huele a futuro, huele a nuevo, huele a deseo, huele a esperanza, huele a un mundo mejor para mi hijo, y para el tuyo, huele a deseo, huele a ti, huele a tus sueños.
Los jóvenes, a los que llamaban ninis, intentando convencerles de su incapacidad de moverse, de pensar, de ser, deciden el futuro en asambleas. Asambleas diferentes a las del BBVA, asambleas diferentes a las del FMI… en estas hay señores con corbatas y señoras con collares de perlas y personas que sirven agua en vasos de cristal de d’arques . En estas otras asambleas hay sueños y pasión. Fuego en las manos.

Un movimiento sin nombre, sin nomenclaturas, la prensa nacional e internacional habla de “spanish revolutions” “indignados” “primavera española” “nuevo mayo del 68”… ¿qué más da? No queremos nombres, ni banderas. Queremos cambio, queremos un nuevo perfume, tal vez el olor a tierra mojada que experimentamos por primera vez a los brazos de un cuerpo querido.
Hoy, en Zaragoza, por fin la Pilarica ha podido quitarse las esposas que le puso hace años Rouco Valera y bendice la lluvia que cae sobre todos. No sé, tal vez fue un ligero chirimiri que comenzó en blogs como este y otros, que se trasformo en lluvia en tu corazón, que se ha transformado en chaparrón sobre la conciencia de todos. Transfórmemelo en tormenta que limpie el porvenir.
Los manifestantes limpian su acampada, se organizan para comer, beber, transportarse, curar el alma, piden permiso a las autoridades. Nadie quiere romper nada. Sólo que venga algo nuevo. No sé, tal vez, una luciérnaga en tu pecho. Hoy, en Madrid, una señora, (“señorona” diría en otras entradas y bajo otros parámetros) de derechas de toda la vida, católica bienpensante, llevaba chocolate y churros a las personas que se quejaban. Solidarizándose con ellos con jóvenes, mayores, pobres y algún rico a la plaza del sol. Kilometro cero de deseos y esperanzas. Al tiempo una joven en plaza Catalunya de Barcelona decía que muchos policías se unían a ellos tras acabar su jornada. Si, algo cambia.


Ojalá no sea nuestro eco la respuesta que tengamos a esta llamada popular, tuya y mía, a esta acumulación de voces, caceroladas, manifiestos, firmas y fe.
Permitidme que os cuente una intimidad. Hay una canción que me hace llorar, sobre todo cuando cambio a mi hijo y veo sus ojos, esos que tal vez sean como los tuyos….. y noto tu ausencia…. Se titula “papa cuéntame otra vez” en ella dice en algún momento. ….. “ pero tiene que llover, aún sigue sucia la plaza”. Que ese chirimiri se convierta en vendaval que la limpie para siempre la plaza en la que todos estamos.

Las esperanzas de los sabios andan de puntillas en el mismo lugar en el que descansan los sueños, en los que anidan los imposibles. SEAMOS REALISTAS, PIDAMOS LO IMPOSIBLE.

Dedicado a papa.

lunes, 16 de mayo de 2011

BIN LADEN

El pasado día 2 de mayo un puñadito de superpreparados chicos de el grupo de operaciones especiales Navy Seals, de los todopoderosos EE.UU. Entraron en una “mansión” situada a unos cuantos kilómetros de Islamabad, en un lugar de impronunciable nombre Abottabad, allí abatieron a tiros y mataron de un tiro en la cabeza a Osama Bin Laden. Ese hombre con aspecto frágil de patética barba y aparentemente débil anciano de tan sólo cincuentaycuatro años, armado siempre de su inseparable bastón y su más inseparable Kalashnikov. Casi un viejo que, dormía en el suelo de una gruta y se alimentaba de verduras, yogur, sopa y pan afgano, que se escapo del ejercito con más medios del universo a lomos de una mula torda.

No voy a decir que este hombre no mereciese la muerte, no lo sé, es posible que si, o tal vez no. Lo que si que está claro es que los humanos somos incapaces de traer a un muerto al mundo de los vivos. Deberíamos, por ello, ser muy cautos al enviar a un vivo al mundo de los muertos.

Lo que más me ofende, lo que más me humilla no es la muerte de este hombre y de cuatro personas más: (un hijo mayor de edad del terrorista, su mensajero y un hermano de este y una mujer al parecer una de sus esposas) si no el hecho de que lo han ejecutado, lo han asesinado, lo han ajusticiado. Y perdonarme, llamarme soñador o utópico, pero yo estoy en contra de los ajusticiamientos (y de la pena de muerte, pero ese es otro tema).

Se supone que somos los buenos, que nuestra cultura, nuestra civilización que ha costado años de sudor, lagrimas y sangre a cientos de miles de personas es una lumbre de esperanza que debería brillar entre los negros desastres causados por algunos asesinos. Que hacemos unas normas y que las respetamos. Que no ofendemos ni nos burlamos de los demás con la desvergonzoneria, no sólo de matar con un tiro en la cabeza a un hombre, que por muy peligroso que fuera estaba desarmado, sino de además decir que vivía en una lujosa mansión ¿habéis visto las fotos del lugar? Más cutre imposible, no es preciso manipular la opinión pública. Tirarlo al mar, ofendiendo no sólo a los vivos, sino sin respetar tan siquiera a los muertos (quizá la muerte es lo único que nos Auna a todos. Al menos los muertos por muy enemigos que hayan sido deberían merecer un respeto) Se supone que somos los buenos, que queremos ser los buenos.

Recordemos los juicios de Nuremberg tras la segunda guerra mundial, los políticos de esa época no tan lejana se pusieron rápidamente de acuerdo para redactar la carta de Londres que permitió y estableció los términos legales y los procedimientos para conocer de los crímenes de guerra, contra la humanidad y contra la paz. Muchos de los líderes Nazis fueron juzgados. Legalmente juzgados. ¿Por qué no lo hicimos con ese hombre?

Aún en el hipotético caso de que este hombre mereciese la muerte, hubiera merecido también un juicio, una corte o un jurado que lo condenase. (También podemos deducir que los anormales que se saltan un semáforo en rojo a 150km/h. se merecen una bofetada, y a nadie ni a ningún gobierno civilizado se le ocurriría hacerlo) Lo siento, puedo ser un utópico, sí, pero estoy en contra de las ejecuciones, de los ajusticiamientos, de los tiros en la nuca de quien se erige en juez jurado y verdugo y dicta una inapelable sentencia de muerte, y tira el cadáver al mar impidiendo, de ese modo, ningún tipo de control sobre sus desaguisados.

Y ahora qué? A buscar al segundo “de a bordo” de Al Qaeda, el médico egipcio Ayman al Zawahiri, y Obama, por cierto premio Nobel de la paz, ordenar orgulloso su ejecución.


¿Qué pasará cuando las decisiones de “los buenos” sean peores que las actuaciones de “los malos”?
¿Qué tipo de sociedad se verá reflejada en los sucios espejos prestados por la justicia, si matamos a nuestros enemigos?
¿Qué sociedad, que lecciones les estamos dando a los que vendrán? Si alguien me molesta lo elimino. Yo me niego. Salir a festejar la muerte de un ser humano…..

miércoles, 11 de mayo de 2011

FOTOS.


Ya sabéis, creo, que una de mis aficiones es la fotografía, ( en alguna ocasión hemos jugado a expresar que nos trasmite una determinada imagen. Volveremos a hacerlo, si os apetece claro....) otra de esas aficiones es la poesía.
Así que si me lo permitís, robare unas letras a un incomparable maestro. Él nos invita a la palabra, yo invito a la imagen.



Como voy a creer, dijo el fulano
que el mundo se quedó sin utopías





Cómo voy a creer

que la esperanza es un olvido

o que el placer una tristeza









Cómo voy a creer dijo el fulano

que el universo es una ruina

aunqeu lo sea

o que la muerte es el silencio

aunque lo sea







Cómo voy a creer

que es horizonte es la frontera

que el mar es nadie

que la noche es nada








Cómo voy a creer dijo el fulano

que tu cuerpo, mengana

no es algo más de lo que palpo

o que tu amor



ese remoto amor que me destina

no es el desnudo de tus ojos

la parsimonia de tus manos










Cómo voy a creer mengana austral

que sos tan sólo lo que miro

acaricio o penetro.








cómo voy a creer dijo el fulano

que la utopía ya no existe

si vos mengana dulce

osada eterna

si vos sos mi utopía.




lunes, 2 de mayo de 2011

COSAS QUE TENGO.

Tengo, malcurandose, todos los arañazos que dejaste en mi espalda, los abrazos que nos dimos y todos los que nos dejamos por dar. Todas las peleas sinsentido que no se pueden olvidar. Arrinconadas, en un oscuro lugar de la cajita de recuerdos y tapada con los besos compartidos, imágenes de tu pelo enredado en mi barba. Paseos por el amanecer en la playa cuando el sol se despereza tímido y cansado por salir tan temprano. Baños a la luz de las estrellas y a la caricia de las olas de mi mediterráneo.


Unas llaves perdidas, como siempre, ves a saber donde estarán. Una botella de un blanco de Rueda enfriándose en la nevera para el día en que nos queramos sincerar. Un pequeño botecito de cristal con tapón de estaño y plata y el temor a abrirlo por el desconocimiento de si contiene la más dulce confitura o el peor de los venenos.


Muchas fiestas que me he perdido, y muchisima que no. Un lugar al que volver a lamerme las heridas. Un restaurante al que ir a comer tras cada viaje que compartimos. Un bolsillo con algunas monedas y ninguna para Caronte. Mil proyectos que aún no he empezado. Un libro por terminar, y muchos por empezar.


Tengo un par de plumas de un búho que se enamoro de una alondra, empapadas en tinta azul para escribir mis inquietudes, mis poemas, mis reflexiones, mis sueños, o simple y llanamente lo que se me ocurra y la enorme suerte de que os toméis la molestia de dedicar vuestro precioso tiempo en buscar mis escritos y leerlos.


Tengo mi corazón agarrado por unas pequeñas manitas que parece que ya nunca lo van a soltar. Un par de enormes ojos, que aún no sé si parecen a los míos, mirándome curioso y ávido de saber. Mi paz enredándose en tus rizos a veces pardos, a menudo rojizos. Mi voz para leer a Neruda, y Benedetti. Una canción para regalarte, esa que dice que el pelo recogido te sienta tan bien. Mi pecho para almohada, mis brazos de abrigo.


Unos pendientes que no tienen precio. Un reloj que funciona perfectamente y que se paró a las 9 horas 64 minutos casi 6 segundos. Lecciones que aprendí.

Viajes soñados que probablemente no me dé tiempo a realizar, mil fotos de cientos de paraísos visitados. Un par de borracheras pendientes en las tabernas de nuestros pecados, si ya sabes esos pecados que jamás conducen al infierno. Conciertos a los que ir. Aire para respirar. Vida para vivir. Un rodaballo en el horno. Mil atardeceres.


Tengo una corbata comprada cerca del palacio del Papa Luna. Un año pedido pero divertidísimo en Manises. Unas lágrimas que nunca se secaran en Soria. Un corazón bienremendado, con el mejor hilo de la amistad, en Peleagonzalo. Una Granada de Frijiliana. Unas sonrisas de Albarrazin. Un caballo desbocado en Lacandona. Una rodilla que nunca curara del todo en Matterhorm. Un trozo de sonrisa que deje tirado a las orillas del indico en Nungwi para irla a buscar. La cerveza negra más fría de Galway, y el único café en condiciones que hacen en la Isla de Aran. Mi boina de París. La mejor vista del N’gorongoro. Un queso de Lausane, un tranvía en Zurich y Otro en Lisboa con un Oporto y un fado. Los pies descalzos de Venecia. Una pulsera de Oyantaitambo. Un trocito del Muro. Unas cuantas borracheras en el monte Palatino. Una caída en Moto en Binibecar. Una cerveza gigantesca en Brujas. Un paseo en barca de madera en los manglares de Serrakunda. Alguien que me apunto con un Kalashnikov, cerca de Al Rahhal, y les dejamos unas incubadoras. Diez miles de millones de granos de la arena de nuestros desiertos. El mejor Heuriguen, por la compañía quiero decir, de Grinzing. Una foto mediocre de Nothing hill. Los puentes de Delf. Mi mejor foto en un convento en Arequipa.


Unos cuantos cuentos de viejos y olvidados dioses que contar. Una narración de Dickens esperando a que llegue el frio. Tus canciones de Aretha Franklin. Otro viaje a Londres.

Un ramillete de amigos dispuestos a olvidar la ruina de la vida y preparados para abrazarme con sus mejores filamentos y pétalos cuando sea necesario. Un faro de luz que brilla de esperanza. Un montón de días vividos y un buen puñado de días por venir.