Seguidores

martes, 30 de diciembre de 2014

CUANDO TE VAS.


Cuando te vas queda la cama fría como hielo de un whisky triste bebido en noche de lluvia llorosa. El sol sale apagado, sin ganas de brillar  de lucir ni de alumbrar las amarillas hojas que hacen en estas tierras catifas de flors.

Cambia el eje que gira el eje del universo, los dioses se ponen de mal humor.  Las camisas lucen opacas y arrugadas. El cielo vuelve, una vez más, a ser inalcanzable y la lumbre que habitualmente refulge en mis manos huye de mí, como un niño asustado de un perro hambriento.

Salen los demonios de sus infiernos y conquistan las estrellas del cielo del paladar de mi boca robándoles su brillo y fulgor. La poesía se transforma en hojas contables de Excel. Duele la vida y corta el tiempo las horas como un cuchillo caliente la mantequilla. El pan, es pan duro e insípido.

Cuando te vas dejas en el aire un sabor acre, un olor oscuro, un recuerdo a hiel cuando te marchas. Dejas en el viento una sensación a rama cortada a flor deshojada

Cuando te vas, mi cuerpo y alma de hombre fuerte que le gusta ser guerrero tiembla como una criatura asustada, como una hoja de parra movida por el viento entre dos fronteras. Marcha la risa y desaparecen los senderos firmes, las certezas.  El vino y el queso  dejan de saber a beso, a tus besos. El vuelo de las golondrinas, el aroma de la flor de Azahar, las semillas que deberían de crecer a tus pasos. El futuro se trasforma en un indeseable porvenir de días paralelos sin tangos pasodobles ni tangas de colores. Una cansinez de jornadas sin regar en el calendario.


Cuando te vas, las vocales quedan huérfanos de consonantes las miradas de brillo y la brújula del norte se queda sin lugar al que señalar.  Deja de tener  sentido  regar las flores, condimentar la comida, leer poesía en voz alta, amasar el pan, llenar los platos, sazonar de amor los besos, andar descalzo, buscarle la mejor temperatura al vino, planear viajes, mirar al sol o aullar a mi luna de cuarto decreciente.

martes, 16 de diciembre de 2014

AL FINAL LLEGO EL FINAL


Estaba tirado en casa, como tantos otros días, un día normal, ordinario y anodino. Bebía un vino blanco fresco. Pensaba en nada, leía, perdía el tiempo.  Tal vez no, tal vez lo ganaba no haciendo nada.

Años de indiferencia y desconsuelo, como si ya hubiéramos pagado todas las letras de la hipoteca del amor eterno que un día  juramos debernos el uno al otro. Ya se habían pagado todas las facturas del amor, de la pasión y del deseo. Nos habíamos devuelto la fianza e incluso la obligación de amarnos para siempre. Tal vez tan sólo quedaba naufragar y recoger sus restos. Tal vez los reproches callados poco a poco se fueron haciendo más grandes, que las ganas de esperar para comer en compañía, para un beso de bienvenida o para ir juntos a la cama

Semanas de broncas, gritos. Pesadillas mal dormidas en un sofá en el que hacía tiempo no había tardes de domingo, películas y palomitas. El tedio y la monotonía, supongo, la tranquilidad de que las cosas fluyen mientras no se les pare. La normalidad de los mortales. La vida al fin y al cabo. El suavizante compartido y la pasta de dientes mal cerrada.

Pero la vida continuaba cadenciosa, aburrida y constante como las olas de una piscina artificial que mueren exactamente siempre en el mismo lugar y de la misma forma.

Hacia tanto que mi alma no se enredaba en tus ojos, tanto que no contestabas mi último comentario de la noche, tanto que no me enviabas una foto o un mensaje inesperado. Tanto, que a la estrella polar le traía al pairo donde estaba tu norte o el mío o si esos nortes eran parte de un mismo punto cardinal.

Era un mes cualquiera, de ves a saber que estación. Fuera caía lluvia despacito como sin querer abandonar las nubes. Oí como la llave, tu llave, abría la puerta de casa. Entraste guapa como nunca, los labios rojos como el sol poniente de marzo, el pelo suelto cayéndose sobre tus hombros como el agua de las cataratas salvajes del áfrica negra. Ojos pintados de guerra, cara dulce y un abrigo fino, nuevo, color gris marengo, que no te había visto nunca, cerrado con enormes botones en forma de filigrana, te llegaba justo a las rodillas.

No sé muy bien porque no te dije en ese momento lo tremendamente guapa y sensual que estabas. – Qué haces así?, Vamos a algún lugar?- tan sólo eso se me ocurrió decir. Ya ves. Sólo eso. Un rayo de odio atravesó por un instante tus ojos que habitualmente eran de oscura miel de azahar. No dijiste nada, cogiste mi copa de vino blanco, bebiste de ella, te acercaste a mi y me diste de beber ese caldo de tu boca.

-Uffff. Uaauuuuuu. Hooooola- Dije. Abriste el abrigo, debajo no llevabas nada, tan sólo un culote, pequeño color rojo picota oscuro, como los buenos vinos del Duero, sujetador conjuntado y unas medias. Te acercaste a mi como una pantera a su presa, me cogiste del cuello y me besaste con fruición y desespero. Acepte el envite y te besé con la misma pasión, como si fuera ese primer beso mil veces repetido. Como si nuestras lenguas quisieran desentrañar los misterios del amor.

Mientras andábamos de espalda hacia el sofá desabrochabas mi camisa, yo torpemente como un payaso atontado me quitaba tejanos, calzoncillos, calcetines…. Raudo estaba desnudo y mi hombría señalando el techo.

Te miré, me miraste. Estabas guapa y radiante, como nunca, como siempre. Me acerqué a tu cuerpo, besé tus rodillas, tus muslos, tu vientre, tus manos, tu cuello. Te besé entera como si volviera a encontrar la esperanza al final del cesto de pandora. Tú besaste mi cuello, volviste a beber vino  blanco y fresco lo dejaste caer por mi pecho, por mi vientre por mi ombligo. Llenaste tu boca de vino frío y de mi hombría. Mi cuerpo ya te pertenecía, yo estaba sentado en el sofá tú de rodillas y mientras mis manos intentaban apartar tu pelo para apreciar la maravillosa imagen que hacían tus labios rojos alrededor de mi tú movías sensualmente tu culito que yo veía reflejado en los ventanales de enfrente.

Salí de tu boca antes de acabar dentro de ella. Te besé, lamí tu lengua, me enredé en tu pelo arranque la parte de arriba de tu ropa interior y me dediqué a lamer tus preciosos pechos, tus pezones se fundieron con mi lengua, con mi boca y con mi saliva robada del cielo del paladar de tu boca. Tú te acariciabas mientras yo lamia en ese lugar…. Seguías de rodillas y seguías moviendo tu trasero como sólo las más bellas de las mujeres saben hacer. Robándole tiempo al tiempo y deteniendo el agua de la clepsidra.

Yo hacía mucho tiempo que perdí el norte, el sur y la cordura, tan sólo deseaba lamer tu cuerpo arrodillado. Apoyé tu cabeza en el suelo, dejé tus rodillas donde estaban y las abrí un poco más con mis manos. Lamí tu espalda, bajé por ella hasta donde esta acaba y allí dediqué largo rato a mis caricias con la lengua. Te oía gemir. Entré en ti tal y como estabas yo mantenía mi ritmo y tú el tuyo, acompasado a mis movimientos. Realizabas círculos divinos con tu cintura, yo aceleraba el ritmo y tú hacías cadenciosos esos círculos. Notabas que el juguete que hay al sur de mi ombligo palpitaba, sabias lo que eso significaba. Cogí tus caderas y te apreté hacia mí, tú te separaste justo en el instante en que mi lluvia blanca en vez de llover en ti, cayó sobre tu espalda y tu pelo.

Ufffffff.- me diste un beso, sentada en el suelo y apoyada en la pared.- Esto guapo no ha acabado.- Te miré y por un instante creí ver un suspiro de tristeza atravesando tus ojos,  enseguida vi pasión paseándose por tus pupilas. Te cogí con mi mano izquierda por la cintura y con la derecha acaricie tu cuello, tus pecho, metí un dedo en tu boca lo humedecí y lo baje hasta ese lugar, que sin duda, habías depilado horas atrás introduje un dedo, lo moví. Tú ronroneabas como una leona tras su caza. Luego introduje el segundo jadeabas como una mujer que se siente deseada, Metí el tercero y los empecé a mover frenéticamente, dentro y fuera, fuera y dentro. Tu humedad se convirtió en charco y tus jadeos en gritos de placer.

Ya no éramos jóvenes y nuestra piel no era tan tersa como años atrás. Pero no éramos viejos y ni nuestros huesos ni músculos estaban en el invierno de sus vidas. Tanto tú como yo estábamos preparados para un segundo asalto. Pusiste mi espalda en el suelo, te sentaste sobre mí y me cabalgaste casi sin mirarme a los ojos, por más que yo buscará tu mirada. Entrabas y salías, cogiste mis manos y las pusiste en tu trasero. Invitándome a que lo acariciara y a que llenara aquel agujero que aún estaba libre. Finalmente tuviste otra petit mort. Dejaste de cabalgarme y tus manos de dos rápidos movimientos hizo que yo volviera a experimentar esa deliciosa muerte que antecede a una lluvia blanca, esta vez en tus manos, dejaste ese liquido pegajoso en ellas y lo esparciste en tu vientre.

Nos levantamos los dos del suelo, compartimos un trago. Cogiste el abrigo. Te pregunté –Uffff cariño, ha sido genial. Cuando repetimos? Dije con una sonrisa.


-Nunca. Mañana vendrán de la empresa de mudanzas a recoger mis cosas y durante la semana que viene mi abogado se pondrá en contacto contigo, te dará el convenio de divorcio. Haz las modificaciones que quieras, me parecerán bien.- Dijiste mientras te ponías el abrigo, y te dirigías a la puerta que cerraste sin decir adiós, sin mirar atrás. Sin desearme buenas noches.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Y TODO SIGUE IGUAL

Permitirme que, hoy, no sea yo el que escriba. Dejarme que deje aquí las palabras de Jaime Gil de Biedma (si, lo admito, es uno de mis poetas preferidos) escritas hace ya muchos años, antes de internet. De mensajes de whatsapp. De ""pásalos"".... Antes de tantas, tantas cosas. Sin embargo con el paso de los años esta poesía parece vigente. Si Jaime Gil de Biedma continuase vivo seguramente escribiría exactamente lo mismo. Parece que nada a cambiado, y lo peor..... Parece que nada va a cambiar.

Apología y petición

¿Y qué decir de nuestra madre España,
este país de todos los demonios
en donde el mal gobierno, la pobreza
no son, sin más, pobreza y mal gobierno,
sino un estado místico del hombre,
la absolución final de nuestra historia?
De todas las historias de la Historia
la más triste sin duda es la de España
porque termina mal. Como si el hombre,
harto ya de luchar con sus demonios,
decidiese encargarles el gobierno
y la administración de su pobreza.
Nuestra famosa inmemorial pobreza
cuyo origen se pierde en las historias
que dicen que no es culpa del gobierno,
sino terrible maldición de España,
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.
A menudo he pensado en esos hombres,
a menudo he pensado en la pobreza
de este país de todos los demonios.
Y a menudo he pensado en otra historia
distinta y menos simple, en otra España
en donde sí que importa un mal gobierno.
Quiero creer que nuestro mal gobierno
es un vulgar negocio de los hombres
y no una metafísica, que España
puede y debe salir de la pobreza,
que es tiempo aún para cambiar su historia
antes que se la lleven los demonios.
Quiero creer que no hay tales demonios.
Son hombres los que pagan al gobierno,
los empresarios de la falsa historia.
Son ellos quienes han vendido al hombre,
los que le han vertido a la pobreza
y secuestrado la salud de España.
Pido que España expulse a esos demonios.
Que la pobreza suba hasta el gobierno.
Que sea el hombre el dueño de su historia. 

lunes, 1 de diciembre de 2014

ABUELOS, YAYOS, AVIS, NONNOS

(En memoria de todos aquellos, estén todavía o no, que nacieron hace mucho  tiempo, que lucharon y vivieron, que ayudaron a construir gran parte de todo lo que es aquí y ahora)

Tenían sus ojos la tristeza de los cuentos de Dickens, sus pies arrastraban el cansancio de  años caminando, de muchos años “tirandopalante”. Las manos arrugadas como las uvas pasas de la tierra que dejó, con su familia y una maleta medio vacía de todo   sólo llena de ilusión y esperanza, para irse a “deslomarse” algo más al norte, un corazón cansado de latir dentro de un pecho de León, que aún agotado, tenia el recuerdo de la fuerza del roble que había sido. Su cabeza bien amueblada y con historias para escribir tres libros tristes.

No era tan viejo como para haber luchado en la guerra pero si como para haber visto muertos a su alrededor, “paseíllos” en las oscuras calles del pueblo, pelos rapados a navajazos de odio e intolerancia. Se acordaba, de lejos, pero se acordaba del dolor del látigo del hambre golpeando bajo las costillas y en el estomago, al que de tanto en tanto se engañaba con harina de algarroba.

Escuchaba a sus hijos, mientras abrían otra botella de vino y recogían los platos de la cena aún llenos de carne y de pescado, de lo duro de la vida, de lo mal que está el trabajo, de lo precario de los sueldos, de la imposibilidad de cambiar nada. Escuchaba a su yerno quejarse de que lo habían despedido, tras veinte años en la misma empresa, dándole de indemnización el equivalente a tres años de sueldo y un subsidio de desempleo de dos años, qué haría ahora? Preguntaba a los comensales con cuarentaypico años y sin trabajo.

Sonreía tras sus ojos humedecidos del tiempo. Pensaba en lo que oía, escuchaba “lo valientes” que eran todos los que estaban en esa mesa porque se manifestaron en la última huelga el día del trabajador, (todos menos el yerno despedido, él, serio y responsable fue a la oficina el día del trabajador porque habían informes que acabar y el jefe le dijo que lo tenían que terminar “si o si”. Le dio tiempo. Lo acabó un par de días antes de su despido) manifestación que hicieron, eso si, justo antes de irse a aquel restaurante de la playa a comer un arrocito con bacalao previo a una cata de gin tonics.

Su mente, que de vez en cuando marchaba al pasado, mientras cerraba sus ojos unos segundos, lo trasportó a las huelgas de marzo de  1951 en Barcelona, a lo veloces que eran entonces sus piernas huyendo de quien le perseguía con uniformes palos y pistolas en mano via Laietana arriba. Ni puta idea, pensó, ni puta idea tenéis vosotros de lo que es una crisis ni mucho menos de lo que es echar cojones para solucionarlo.


Seguía escuchando “blablablabla”, entre copa de vino y copa de vino. Clavo sus ojos sobre los ojos de sus hijos y sus nietos como el que los clava en una vieja canción, tal vez en Grandola Vila Morena. No dijo nada, decidió seguir en su huida hacia adentro, en su regreso al pasado. Era placentero regresar aunque fuera sólo unos instantes para seguir recordándose, joven, guapo, fuerte y guerrero. Calló para evitar una discusión tan estéril como innecesaria, bebió un sorbito del café descafeinado con sacarina y pensó lo bien que le sentaría a esa porquería un chorrito de coñac.

sábado, 15 de noviembre de 2014

VÍSTETE DE PUTITA CORAZÓN


Vístete de putita corazón, cantaba el maestro Sabina. Yo, desde luego, emplearía otras palabras. Nunca me gustaron los diminutivos. Pero el maestro siempre tiene razón. Así que vístete sexy, ponte medias y taconazos para pisar fuerte, el tanguita más pequeño que tengas del color que más te guste, pero yo elegiría el negro. Nada más, no te pongas nada más. Deja que el vientecillo y el aroma a pasión recorran el resto de tu cuerpo. Ya ves, en ocasiones los días son tan tristes como una guitarra sin cuerdas, pero hoy, hoy, dejemos fuera ese desconsuelo. Déjame ser arañazo en tu espalda.

Si quieres hagámonos algo de daño que en nuestra piel queden laceradas no sólo las heridas que deja el tiempo, sino las señales que dejen mis manos en tu espalda y en el final de ella.  Te invito a un vino dulce en copa de plata y mientras lo bebemos en vez de a Benedetti leeremos en voz alta y gemidos a Leopold Von Sacher-Masoch. Deja la vergüenza y el pudor, ahí, sobre la cama o debajo de ella o tras la almohada, o mejor no, tal vez tengas que morderla. Demuéstrame como es la Venus que habita en tu piel.

Dejemos el ruido de sordidez que habitualmente suele llenar el tiempo y llenemos el aire de latigazos y orgasmos. De mordiscos y besos. Hagamos un castillo en el cielo y dejemos atrás las oficinas, las obligaciones, las corbatas y los dolores. Deja tras tus ojos la mirada de monotonía diaria y vístelos de pasión y magia.

Que, en esta ocasión, la poesía no se escriba con letra azul de búho enamorado de alondra sino con los rojos arañazos que repujaran tu espalda. Mi pañuelo nada hace en mi cuello, ni mi cinturón tiene que aguantar ya nada en mi cintura. Así que démosles mejor uso, no es preciso que cierres los ojos, mi pañuelo te los tapara, ni te esfuerces por no moverte mi cinturón amarrara tus manos. Date la vuelta sobre tus tacones inclina, sobre la mesa, un poco tu espalda mira al paraíso y ofréceme ese culito cansado de estar sobre sillones de oficina, prometo no hacerte mucho daño, tan sólo tatuar en rojo la forma de la palma de mis manos. Demos envidia y excitemos a Satán, que los ángeles ya tienen lo suyo.  

Arrodíllate, sé que tienes una sed en el alma que ningún vino, cerveza o agua clara que “abaje del monte” pueden calmar, Yo te daré lo que la saciará. Pero tendrás que ganártela. El mundo gira y se destroza allá fuera, qué más da? Aquí tu entrepierna palpita y un susurro de placer recorre tu cuerpo hasta tu lengua y tus labios. Beberé de ellos.

Si quieres, cariño, nos hacemos un poco de daño para curarnos las heridas. Si quieres puedo enseñarte a volar, y aún con tus manos anudadas a tu espalda,  te llevaré a un cielo en el que aún no has estado.

Cuando acabemos, seguramente con una lluvia blanca sobre tu pecho, verás que soy un ángel, y si aún no las has vito prometo algún día enseñarte mis alas.



martes, 4 de noviembre de 2014

ALTURA DE MIRAS.



Últimamente la sociedad está muy politizada. No me parece mal, que carajo!!!!!, somos animales políticos nos guste o no. Y aunque suene algo panfletario, es cierto “ si no haces política  te la hacen”.

Se puede hacer política, desde este blog, desde facebook, en conversaciones de bar, en nuestra vida cotidiana. Incluso se puede uno sentir identificado con algún programa político y defenderlo desde allá donde opine que puede ser más necesaria e influyente su aportación. Pero, es que últimamente, parece que más que ante una clase política sería y respetable nos encontremos ante un manojo de incompetentes más ocupados en preservar su silla y su coche oficial que en hacer que esa tremenda responsabilidad que es gestionar lo público y el futuro de todos sea lo primordial.

Tal vez piensen que la política es algo así como la “teoría de Gaia” formulada por Jomes Lovelock, que argumenta que la tierra, la atmósfera se comportan como un todo coherente y que ella sólita va autorregulándose para tener las condiciones esenciales para que continúe la vida. Vamos!!!! Que no hay que hacer nada, (que es lo que parecen hacer algunos. Nada. O bien charlotadas sobre si una bandera u otra sea el epicentro universal de las decisiones que todo lo solventará, o apartando la vista al paro diciendo que como se han creado 300 ó 400 puestos de trabajo sobre millones de parado la cosa va viento en popa, o la insultante brecha entre ricos y pobres, o justificando corrupciones y corruptelas ignominiosas apartando la cara a la espera de la “”resolución Judicial””)

Se echa de menos un político con altura de miras. Valiente, capaz. Políticos con la fuerza moral y la entereza, por ejemplo, de Nicolás Salmeron (en la facultad de derecho de Granada, donde fue profesor le han realizado algún emotivo homenaje). Político almeriense, y presidente del ejecutivo durante la primera República de esta camisa blanca de desesperanza. Fue presidente sólo un mes y medio y renuncio a su cargo en 1873 por problemas de conciencia y negarse a firmar unas condenas de muerte. Es verdad, hoy día nadie renuncia al cargo ni por problemas de conciencia ni por que le pillen robando.

Viene frío el invierno, y viene gélido el futuro político de estos lares que cargados de las hojas caídas de los robles no sabe muy bien a donde va, ni quien dirige los pasos. Se echa de menos responsabilidad, coherencia, verdad, sentido común, congruencia. Altura de miras.

Capacidad de análisis, para interpretar las ganas que muchos tienen de que se les restituyan las heridas de los arañazos que esta “”crisis”” ha dejado en su piel y en sus nominas. Altura de miras para encontrar soluciones ante los niños desahuciados de sus casas y los engominados que los echan mientras exhiben con insolencia su presunción de inocencia al ser descubiertos con las manos en tus preferentes, en tus hipotecas, en tus impuestos, al ser descubiertos, al fin y al cabo, con las manos en la masa que debería hacer el pan para todos.


Duele, últimamente, la política y sus consecuencias. Huele mal, a armario cerrado y apolillado desde hace tiempo. Y, más que nunca, o como siempre se desea olor a clavelinas, hierbabuena y dama de noche. 

sábado, 18 de octubre de 2014

ME PERDÍ


Me perdí caminando entre la niebla, intentando encontrar el antídoto contra las heridas del alma. En el aroma que el viento trae de tu rizos, buscando el poema que describe los ojos tristes.

Me perdí, fíjate, buscando la forma perfecta, temblando mientras intentaba hallar un abrigo que arrope tu espalda.  En una enorme biblioteca de madera de roble, buscando el libro que inicia el principio, prefacio de todos los principios.

Me perdí intentando guardar en el hueco de mis manos las gotas de lluvia que acabaran perdidas en la tierra mojada. Como siempre se me olvida olvidar se me olvidó el camino de regreso tras intentar buscar el frasco del olvido y me perdí a mitad de ese sendero.

Me perdí en el encaje de bolillos que pretende hilvanar guantes blancos que den calor a tus manos frente a la lluvia la nieve y las nubes naranjas.  Ando en ocasiones perdido en las islas azules sin claveles rosas ni espinas de tus sueños en los que soy el truhan que delinque al final de tu espalda justo antes de que un suspiro te obligue a abrir los ojos.

Me perdí, volviendo de un bar de pecados. En los otoños que arañan la piel. En el quicio de la puerta de cancerbero, saltando de la barca del estigio. En el mediodía de un viernes de mayo. En las mentiras que disfraza la tinta de Toro.  Dentro del pequeño frasco que guarda el mejor veneno y la buena confitura. En el significado de la palabra Mamihlapinatapai. En un camino sin retorno y sin migas de pan. En la última pieza de un puzle sin hacer. En el frio de Enero. Entre el hilo de tu sonrisa. En las certezas de todas mis dudas. Pisándole la cola a Satán. En las noches de luna nueva de abril. En el vuelo de una mosca. En tu copa de Vino.  Enmarañado entre tus sabanas. En el revoloteo de una espurna de hoguera de San Juan. Tirando los dados con los que juegan los dioses. Me perdí, ya ves, buscando poesía en un juzgado.


La verdad es que siempre acabo perdido embrollado alrededor de tus dedos.  Perdido entre tus colores.

miércoles, 8 de octubre de 2014

ROBIN HOOD.



Fuera, a pesar de estar el Otoño enseñoreado en el viento y que las primeras hojas ya han caído de las jacarandas, hace calor. La luna enormemente crecida de plata vieja está engarzada en la negra noche, como un buen colgante de tu cuello. Yo, ya ves, disfruto muchísimo al sentir como un pequeño corazón late agazapado en mi pecho mientras los dos corazones disfrutamos de la vieja película de Disney sobre Robin Hood.

Robin se disfraza de garza para impresionar a su amada, tú tal vez sueñes con mis ojos. Un Rey indigno manda, a alguien que se arrastra como un gusano,  controlar a los “súbditos”, que empobrecidos y tristes, sin saber que hacer, no pueden más que trabajar y trabajar para permitir las ínfulas de riqueza de un maldito Juan sin tierra.

Fuera, no sólo luce la luna de plata. Fuera muchas personas siguen sin llegar a final de mes, y resulta que descubrimos con una vergüenza descarnante que unos cuantos “juanes sin tierra” ni moral, ni dignidad. Algunos que se dejaron el decoro tirado en el mismo cajón en el que tiran sus corbatas para que su “chacha” las planche, han gastado millones de euros con tarjetas opacas. Sin justificar. Sin declarar. Sin necesidad. Indigna que sean los mismos que piden ajustes a aquellos que ganan menos de 1000€ al mes.

Mi pequeño, medio dormido, levanta sus enormes ojos negros somnolientos pero brillantes, me mira y dice “papa t’estimo molt moltíssim, mira quina lluna mes gran”. Miro fuera, y tiene razón, impresionantes rayos argenta desafían la oscuridad de la noche. La desafían como los buenos corazones desafiamos las ignominias que suceden a nuestro alrededor. Me pregunto, fíjate, cuantos estarán viendo esos rayos de luna desde un cartón o desde un cajero. Cuantos de ellos fueron embargados por Bankia o cualquier otra entidad, para que sus consejeros gastaran ese dinero en opíparas comidas, trajes, relojes o putas.

Roba Robin Hood, al príncipe Juan sacas de oro y las reparte entre aquellos a los que les robaron sus pocas posesiones..... Unos cuantos locos (el otro día leí una frase en la pizarra de un bar que me encantó, decía así; “Los locos recorren por primera vez el camino que más tarde recorren los sabios”) unos cuantos locos, como decía, soñamos con la TASA ROBIN HOOD (hermana no-nata de la Tasa Tobin) Fantaseamos con una tasa que debería de consistir en la creación de un tipo impositivo específico que reclamado a entidades bancarias, gestores de fondos de alto riesgo (hedge funds) y otras instituciones financieras, con un tipo de aplicación de 0,005 a 0,05% sobre el valor de las transacciones financieras internacionales. El objetivo de la tasa Robin sería la creación de un fondo para la lucha contra la pobreza y la ayuda a los países menos desarrollados. La realidad anda muy lejos de esto y no sólo no se dedica un 0,005% (miserable e insignificante verdad?) a erradicar la pobreza. Claro es imposible, no salen los números. Podría entenderlo, pero no entiendo como si salen para tarjetas opacas.

El pequeño, ya casi está dormido en la almohada que hace el recoveco de mi pecho, pero se despierta a ver a la Zorra guapa de Lady Marian deseando suerte en su torneo a Robin Hood. Zorro listo, que sabe que lucha contra el mal y que es más fácil perder que vencer. Aún así no renuncia a ganar al rey escuálido y perverso. Y, yo, yo pienso que tampoco debemos de renunciar a la justicia, a que hayan menos ricos y menos pobres (llamarme utópico…)

Fuera no llueve y la Luna Gorda y preciosa nos recuerda que el principe Juan, agonizante en su sudor y tropelía,  pretende atrapar a Robin, del mismo modo que desde algunos despachos pretenden desabrigar nuestras esperanzas y atrapar nuestros sueños. No lo consiguió. No lo conseguirán.

Queda la esperanza. Pensar que el bueno podrá partir por la mitad la flecha del malo. Quedan guirnaldas de flores. Nenúfares y luciérnagas que alumbran ojos oscuros bailando bajo una catarata de los dos amantes que vencieron al execrable Reyezuelo de  Sherwood.

Fuera, no hay ninguna película de dibujos. Pero si la posibilidad de la Tasa Robin Hood. Tenemos,  al menos, la noticia de que algunos han empleado tarjetas “fantasmas” y el deseo de que devuelvan lo que robaron a quienes más no se podía robar. Queda la esperanza, el baile de la gente que sólo quiere ser feliz.


viernes, 26 de septiembre de 2014

TE DESEO


Sucede a veces que las ideas bailan un delicioso tango en mi cabeza, se enredan en mi pelo navegan por mis ojos jugando con la poesía, los recuerdos, los sueños y las esperanzas. Sin embargo en ocasiones las musas vuelven a su casa en el más alto pico  que habita en el monte parnaso. Se van las ideas a dormir a otras camas y  a otras canas, tal vez anden perdidas en tú almohada susurrándote mi nombre mientras duermes. Aunque lo cierto es que no ando muy inspirado yo últimamente. Tendré que irme de copas con alguna musa.

Acabó el verano y entró esa estación del año, en el que los arboles desnudan sus ramas y ponen una alfombra amarilla bajo tus pies. Tan dada a la nostalgia al recogimiento, la melancolía. Viene cierta morriña en el viento y apetece compartir abrazos, confesiones  y  vinos  (debo confesar que a mi es la que más me gusta).

Además mucha gente que conozco cumple años por estas fechas hombres y mujeres a los que les tengo un cariño especial, así que aquí van mis deseos para todas esas personas.

 Te deseo que los días por venir sean tan placidos y agradables como esos cinco minutos de más bajo las sabanas en los primeros días del otoño. Que algún día vuelvas por aquel lugar en el que fuiste feliz sin que nadie te juzgara ni pusiera pegas a tus anhelos. Que llame a tu puerta el cartero de Neruda y te traiga una carta manuscrita.

Que pongas a arder los viejos recuerdos y los malos momentos. Que aprendas a volar y subas al cielo con los ojos cerrados. Que te visiten en sueños todas las personas que te amaron y te despiertes con quien más quieras. Que una nube azul y naranja  se refleje en tus ojos y venga cargada de besos, chaparrón para tu boca. Que quieras y puedas.

Te deseo, ya ves, que a pesar de la evidencia de ir madurando, mantengamos, siempre en algún lugar del corazón esa inmadurez que disfruta de las incertezas. Que siempre hayan preguntas sin respuesta, poemas de Omar Khayyam, un fruto fresco, un futuro incierto.

No puedo más que desear que jamás debamos de pedir perdón por andar descalzos sembrando semillas de risas en la ladera en la que nacen tus más dulces sueños. Que se pierdan en los más sucios rincones de la ciudad las soeces palabras de impresentables que tan sólo ensucian el aire con su verbo, esas que quedan en el oído  como el molesto rumor de un avión que no tomarás y que se aleja en las nubes.

Te deseo una barra de pan de centeno y un vino de la ribera del Duero, un momento conmigo, unas botas nuevas y diez miles de millones de sonrisas.




miércoles, 17 de septiembre de 2014

HAIKU

Sube despacio
bajo a tu ombligo
sigo en tu cuerpo.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

¿PARA TODO PASA EL TIEMPO?


El Tiempo pasa,  y pasa siempre. Un día y otro y otro más. Y en ocasiones,  sin días especiales, o en días señalados. ¿Qué más da? Duele, con el recuerdo,  el alma un poco más de la cuenta, como duelen los viejos huesos rotos cuando se avecina tormenta.  

Aunque el tiempo pase, y pase siempre, da la sensación que algunos días siempre marque la aguja gorda del reloj, recién las nueve, la más pequeña y finita tan sólo el minuto 64, parada insultante ofensivamente, que esa tan finita de otro color, se detenga para siempre justo cuando acaba de llegar al 5 sin llegar al 6 ni al 7.

En fin, que el tiempo pasa, y algunas cosas parecen no pasar, parecen quedar perennemente en algún lugar de la memoria como queda el olor del buen jazmín cuando ya se han marchado todos los olores de la noche.

 Algunas lastimas duelen siempre por dentro por lindo que sea el envoltorio que esconde ese dolor, por lejano que pueda parecer el averno que inunda de pesadumbre los momentos en que solo y atribulado pides un vino para brindar con las nubes y el cielo esbozando una sonrisa, brindando con el viento y tu ausencia.

Viejas fotos, eternos recuerdos, presencia en el aire. Ausencia  realidad. Evocación alegre ante la certeza de las palabras de Borges “la muerte es una vida vivida. La vida una muerte que viene” (que la próxima vez que tenga que venir, venga tarde, venga sonriendo y sin doler y que nos deje tocarle el culo antes de llevarnos a ese lugar que hay tras las estrellas.)


Queda la memoria de los ojos de acero verde más bonitos que jamás hayas visto. El recuerdo que pretende dormir sin tener pesadillas en la almohada de plumas y clavos que el tiempo pone en la cama de nuestras vidas.

martes, 2 de septiembre de 2014

HAY PERSONAS.



En nuestras vidas nos vamos topando con personas, hombres y mujeres con las que de un modo u otro acabamos compartiendo retazos de vida, trocitos de cielo, experiencias, heridas, trabajo, momentos trascendentes, cambios. O, tan sólo, un simple café y un sencillo buenos días. Personas, que de un modo u otro van forjando nuestra manera de ser, de comportarnos e incluso de mirar. Claro, cada uno es como es y cada cual vive la presencia de otros como puede o quiere.

Hay personas que marchan de nuestra vida como lo hace la huella de un niño dejada en la arena  a la orilla del mediterráneo. Arrastrada por la fuerza de las olas del destino. Sin dejar marca ni rastro. Como si nunca hubieran existido, sin dejar tras de si  ni una historia, ni un presente, ni un pasado ni un leve recuerdo. Ni tan siquiera un susurro de lo que se compartió, de lo que se vivió.

Las hay que enraízan en nuestro cuerpo como enraízan los jazmines en verano trepando en tus sentimientos como el olor de esta planta enredado en tu pelo, que arraigan en el esternón como  los olivos al sol del sur. Dejando su esencia en nuestra espalda, su eterno recuerdo entre los dedos, su memoria perenne como las hojas de las acacias. Algunas de estas también acaban desapareciendo o alejándose de nuestra presencia, pero lo hacen del mismo modo que va escapándose el agua que habitó en el hueco de tus manos; Sin que medie tu voluntad, sin que tú quieras que marchen.

Algunas quedan por siempre acompañándote en el camino. Dejándote, si es preciso, sus zapatos, porque hace mucho se pusieron en los tuyos. Sufriendo tus males, riendo tus risas, alegrándose por tu felicidad y por las golondrinas que revolotean por tu cabeza. Esas que siempre están en los taquígrafos que escriben tu biografía, en las luces que la alumbran y en las sombras que la ennoblecen. Esas,  aún lejos, están cerca porque así lo sientes, porque lo notas en los huesos como se nota la tormenta. Las que no preguntan, bien porque saben la respuesta, bien porque no les importa. Esas que han conocido, que conocen, tus heridas y han sufrido cada una de ellas y soplado sobre todas. Las que enmarañan sus manos con las tuyas y andan tu vereda.

Algunas personas, aún desapareciendo, dejan tatuados en nuestra piel un precioso e imborrable recuerdo similar a esas formas que los orfebres cordobeses daban a las filigranas de sus zarcillos. Dejan una impronta que se transforma en sonrisa cuando tu cabeza loca, a la que se le olvida olvidar, trae su recuerdo a tu mente.

Hay personas que aman como quien hace piezas en una fabrica o limpia un baño ajeno; a disgusto, sin ganas, “porquetoca”. Las hay que lo hacen como un gato salvaje y hambriento perdido en un bosque  o como las gacelillas que buscan  agua en la sabana africana, con fuerza, pasión desatadas, con tesón, sabiendo que lograran lo que buscan.

Las hay que mientras tu abres los ojos abren sus manos, sus brazos, para que te cueles dentro y nunca soltarte, para arroparte, arrullarte como el que arrulla a un niño helado y adherido de frío.

Algunas personas (las que más) pasan sin pena ni gloria, ni frío ni calor, desabridas, triviales, intrascendentes. Inexistentes. Con el único interés de ser olvidadas aún antes de que su desagradable olor abandone nuestras narices.

Otras, como si quisieran nivelar  la balanza universal, son imprescindibles en tu existencia, en los años de tu senda y quedan, como un buen aroma en la ropa limpia, envueltas en tu vida. Esas que cuando se requiere nos recuerdan lo que ya decía Benedettí :

No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.

Porque no hay heridas que no cure el tiempo.

viernes, 22 de agosto de 2014

NO SÉ QUE REGALARTE.



Fíjate que pasa el tiempo y el tiempo llega y el tiempo sigue. Ahí es nada 50 años. Yo, ya ves, sigo sin saber que regalarte. Y mira que he andando buscando. Por las calles, por los recovecos de mi memoria, por viejos badulaques con cachivaches sin nombre que no sé “paque sirven”.

He buscado por las estrechas y luminosamente oscuras calles del Born, por ver si allí encontraba la voz de un Ángel que te susurre al oído el camino de regreso, por si acaso algún día te pierdes. (lo dudo, pero nunca se sabe) Y, oye, no la encontré. No al menos la voz que me hubiera gustado. Intenté encontrar también la luz de una estrella brillante y Vespertina. De esas que marcan ese Norte que tan claro tienes donde está, Pero haciendo honor a la verdad, esto no supe donde adquirirlo, comprarlo o robarlo. No hallé donde pudiera conseguir estrellas vespertinas.

Busqué también un camino, lo que queda del camino, sin piedras ni espinas. Una vereda que se encamine a un mar sin tormentas ni sargazos. Para esto pregunté a un amigo ingeniero de caminos y me dijo que no lo encontraría porque todos los caminos, tarde o temprano, acaban teniendo espinas y recovecos oscuros imposibles de iluminar. Desistí de esa idea. No sé. Sólo cabía la posibilidad de seguir buscando.

Fíjate, que aunque me sienta muy cómodo en mi figura del más grande de mis hermanos, de haber tenido un hermano mayor me hubiese gustado que fueras tú. Y, claro, como hacen los hermanos mayores, y la buena gente ha sido importantisima tu ayuda para no hacerme daño, para no hacerme mucho daño quiero decir..... Tal vez con tus 50 sea momento de agradecer que, aunque no sea ni tu estilo ni el mío, me enseñaras a guardar la ropa al nadar, a callar algunas cosas, por los coños fuertes evitando los avesmaria callando. Gracias por la calma que nunca tuve, por los puntos en las ies, por la cama y el pan  cuando hizo falta. En definitiva por ser y estar.  Siendo esto así, no quedó más opción que descartar la corbata, el libro de historia, el bolígrafo o la camiseta de color verde.

Pensé también en un vino que no se acabara, pero me dijeron que todas las botellas acaban vaciándose. Un libro que se vaya escribiendo mientras tus ojos leen. Un reloj sin tiempo. Unas botas con alas. Un Ángel de la guarda y buena compañía. Una risa en la que caerse. Una luz que de en tu cara. Mil discos de vinilo de Gardel, de Cohen o los primeros de Sabina. Una primavera de 10 meses. Un punto de partida. La llamada que esperas. Mariposas en tu estomago. Un pecado por vivir. Un nudo gordiano que deshacer. Viento  vino y Pan.


No te imaginas lo difícil que es encontrar nada de eso. Intenté conseguir una llave que abra todas las puertas cerradas por la incertidumbre y selladas por lo que creemos que son certezas inmutables. Tampoco fui capaz de hallarlo. Finalmente, la voz de un Ángel me trajo la inspiración arropada por notas musicales y acordes de guitarra. UN BAÚL. Este es el regalo. Aquí está un baúl en el que guardar recuerdos y sueños. Retazos de vida, la memoria de los viajes, viejas fotos y nuevas miradas. Un Baúl en el que guardar los abrazos de C. y las felicidades que nacen en mi sístole y que con estas letras te envío.  Las enhorabuenas de E.. Aunque me temo que todo eso no cabrá en el Baúl.

lunes, 11 de agosto de 2014

AGOSTO EN MI CIUDAD


Andan las oficinas medio vacías, como pidiendo auxilio. Los bares más llenos de lo habitual, sonriendo y ofreciendo felicidad durante un ratito por unos euros, u olvido, o lo que precises. Vuelan las bandadas de palomas más bajo y más despacito, como si no tuvieran miedo ni prisa por llegar al parque en el que nuestros viejos igual de cansados, pero más morenos les darán su ración de pan a cambio de su porción de compañía.

Duerme la ciudad, como la princesa que pinchó su corazón, su dedo corazón quise decir, con una rueca. Permanece algo entumecida como el príncipe de ojos azules y “bienpeinao” que se sabe destinado a besar a la princesa. Pero que preferiría besar a ese chulazo que recuerda de la universidad y del barrio, ese que tenia los ojos más bonitos y diabólicos que jamás pudieran soñarse, ese que también leía a Neruda, ese que se encontró en el Parnaso. En el Bar Parnaso quise decir, aquel día en que ambos disimularon haberse visto.

Mi  ciudad anda medio dormida y medio desnuda. Sus calles sigan llenas de banderas que no entiendo. Ahora, está también llena de banderas multicolor que hondean libres y que si que entienden. Entienden de libertad, de vida. De juego y sexo. De vivir y dejar vivir. De fiestas y responsabilidades. Entienden, al fin y al cabo, que vida sólo hay esta y que no está para perderla en banderitas.

Permanece la ciudad sólo medio dormida, como si aún no hubiera terminado de hacer las maletas. Sólo medio desierta, agazapada como esperando una gran noticia o el último abrazo. Hay menos gente en sus calles y a pesar de que la humedad se enseñorea en los huesos, se puede respirar. Pasear en moto. Andar por ella y hollar sus calles con descaro como quien toca el culo a esa chica pizpireta que te lo ha pedido con la mirada.

Y tal vez ahora, en agosto, sea cuando Satán escribe sus memorias y deja el calor de su infierno en nuestras calles. Pero ahora la ciudad está casi deshabitada, vacía. Fíjate, será que aunque cerca no estás aquí. Suerte que esta noche hay una enorme luna llena y los dos veremos la misma.
Estas calles vacías parecen brindarnos la oportunidad de buscar la inspiración para estas letras. (Y tal vez encontrarla como la encontró Catulo, escribiendo en su seudónimo de Lesbia cosas como
"Dame mil besos, luego cien mil;
luego otros mil, luego otros cien mil;
luego hasta otros mil, luego cien mil.
Después, hechos ya muchísimos miles,
revolvámoslos, para que no lo sepamos nosotros,
ni ningún malvado pueda mirarnos con malos ojos,
cuando sepa cuántos besos nos dimos."

Como decía, parece la ciudad invitarnos a encontrar la inspiración o la ocasión para perdernos un rato con el único sonido del ronroneo del motor. Con la única compañía de un vino blanco y fresco en el que encontrar las musas, el arrebato que me lleve a garabatear en una servilleta de papel estas palabras.


martes, 22 de julio de 2014

UNA VEZ MAS ESCRIBO LLORANDO.


Una vez más escribo llorando. Se mezclan las lágrimas de dolor ajeno y propio con las de rabia, las de impotencia, las de vergüenza. Vergüenza por saberme parte del genero humano que es capaz de situar el futuro de terceros en vertederos, en escombros en los que jamás lucirán las estrellas ni brillará la luz.
Mueren niños en Gaza.

Así de crudo, de real, de asqueroso. Y poco me importa que sean palestinos, judíos o de Huelva los niños que mueren. Poco me importan los motivos, ni las causas, ni si allá por 1948, tras la declaración del estado de Israel, este Viejo/nuevo país fue invadido por Egipto, Siria, Irak, Líbano o el mismísimo demonio. No puedo entender, de verdad, como una banderita, un trapo de un color u otro, un trocito de tierra, una franja más o menos de esta tierra que creemos nuestra ( y vivo en un lugar en el que desgraciadamente mucha gente se enfunda en una banderita de colores para creerse mejor que el vecino de al lado o tener mejores o diferentes derechos) pero como decía, No  entiendo como nada de esto puede justificar o amparar siquiera remotamente tanto dolor y angustia.

Que más da que una franja de tierra este algo más acá o más allá qué más da!! Seguro que ambos bandos tiene, creen tener la razón, y tanto en un lugar como en otro existen sabios y justificadores de la atrocidad y los asesinatos. Sobran Sofismos y armas para imponer una u otra idea. ¿Dónde empieza la defensa? ¿Dónde empieza el ataque? ¿hasta qué barbaridades podemos llegar para defendernos?

No voy a entrar en lo desigual de la lucha, y en el innoble acto por el cual, con más o menos motivo, uno de los mayores y más preparados ejércitos del mundo lucha contra un ramillete de “seudoguerreros” que atacan con piedras, palos y armas obsoletas y viejas. Para hacer daño hace falta poco. Para extraviar la sonrisa hacia las lagrimas hace falta muy poco, la paz es frágil y el cuerpo también.

Todos hemos visto, entre trago y trago, las imágenes de niños llorando por sus padres muertos en los escombros de sus casas. Su futuro destrozado y perdiéndose como se pierde el pequeño hilo de agua  del diminuto riachuelo de la esperanza en un gran mar de confusión. Niños llorando. Niños sufriendo, sangrando, muriendo. Muriendo sin haber vivido, sin saber que pasa, sin saber que sucede

Niños que deberían volar cometas. Jugar a la peonza. Soñar. Jugar a imaginar que el camino que fabrican sus canicas sobre la tierra que pisan, es el camino que marcará su futuro, el que resolverá sus dudas. Canicas que guardaran en un frasco de cristal y sueños y que deberían de dejar en las calurosas manos de sus madres, para que las guarde antes de acunar sus cuerpos y arrullar su pelo. Niños que mueren en Gaza.
Niños que no conocen los motivos que llevaron a sus hermanos mayores, a sus padres, ( a los que obviamente admirarán) a “atentar” en defensa de unas tierras robadas o de unas ideas que no comprenden (debo admitir que yo tampoco y me cuesta simpatizar con las ideas de los extremismos islámicos, judíos, cristianos o cualquiera que sea) Niños que no comprenden el motivo por el cual un Dios exige que se mate en su nombre.  Religión que no han elegido, y que al parecer les mata.

Intento apartar los ojos, pensar en la comida, o en los besos que aún debo dar, pensar en otras cosas. Ya ves, no puedo ni apartar los ojos ni evitar su humedad. No encuentro en mi memoria ni en ningún diccionario palabra alguna para describir algo tan obsceno, impúdico, pornográfico asqueroso y atroz como la muerte de un niño. (vi, entre otras imágenes, a un hombre recogiendo en su regazo al cuerpo sin vida de su hijo de tres años………. Yo odio odiar y no hay lugar entre mi sístole y mi diástole para ese sentimiento, pero todo tiene un límite. Soy padre. Y yo, también odiaría…..)


Estoy cansado de ver como el futuro deja de existir y se pierde regalimando en forma de sangre por los cuerpecitos de unos ángeles que pierden las alas aún antes de haber iniciado el vuelo.

miércoles, 9 de julio de 2014

FIN DE UNA ETAPA.


Howard Hendricks, decía que ; “la enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza sino de corazón a corazón.” Seguramente sea cierto, yo que sé…. En todo caso, si sé que un padre, una madre, lo que desean es lo mejor para su hijo. Que su hijo sea feliz y que allá por donde pase pongan música, flores, y un buen sendero y unas buenas botas para recorrerlo. Las primeras botas. Que pongan luz a sus noches y sueños en su pecho. Siendo, como son tan pequeños, y, siendo como es tan compleja la vida, dejamos parte de esa responsabilidad en terceros.

Fíjate, yo estoy muy contento de la decisión que tomamos hace un par de años y que de aquí a muy poquito acabará. Acabará como todo acaba, incluso las cosas buenas, sobretodo las cosas buenas. Siempre quedará un recuerdo y muchas anécdotas y sonrisas y cuentos y magia que quedará prendida en las clases de esa guardería.

Lo cierto es que del mismo modo que no se puede dibujar el mapa del tesoro con un power point ni escribir las indicaciones de un buen camino en times new roman hay cosas que no pueden enseñarse a un niño si no se le pone a los conocimientos académicos, técnicos, una inconmensurable vocación, cariño, un enorme entusiasmo. Si no se pone a esa primera enseñanza, al fin y al cabo, un trozo de corazón. Gracias por haber puesto esa vocación, ese cariño, ese entusiasmo y ese corazón.

Gracias, muchas gracias, por los vuelos de paloma en las manos de mi hijo, por las risas y las tardes y las mañanas antes de hora. Por el ingles enseñado y, sobretodo, por la educación aprendida. Por los besos a las nueve menos algo.

Imposible, tras el final de esta etapa, que tal vez se olvide, o que tal vez no, agradecer la rodona i el color vermell.  Los sueños e ilusiones. Los  cuentos. Los cimientos recién puestos.

La vida tiene los años que la vida nos da, y probablemente en los primeros se asientan las bases el sostén sobre el que basculará el resto. Sin duda nuestro piccolo ha bebido de un buen manantial. Y, aunque, tal vez, muchos piensen lo contrario estoy convencido que, entre otras cosas, ensuciar el pitet y limpiar las manos y recoger un vaso de color verd per beure empieza a construir unos buenos soportes para lo que vendrá.

Gracias a todas, en especial a E. a Z y a MC, Por haber sido y estado en esta etapa tan linda de nuestro piccolo, por la Castanyera y los Reyes, por los cuentos, los magos y los tres cerditos. En definitiva gracias no sólo por enseñar a nuestro hijo sino también, y sobre todo, por quererlo.


miércoles, 25 de junio de 2014

UN AS EN LA MANGA


Tengo guardado bajo la manga, por si las cosas se ponen feas. Para cuando las cosas se pongan feas; Un as de picas junto a un comodín que en mi bolsillo lleva treinta años guardado y que aún no he utilizado. Una maleta siempre abierta y la letra de nuestra canción.

Un par de trucos que aún no he utilizado, casi cuarenta y dos que aún recuerdo aunque siempre diga que ya los he olvidado. 

Tengo bajo mi manga tu recuerdo y una reserva de lagrimas. Un boto de puny de plata vieja. Una retahíla de incertezas y un cerrojo cuya llave se perdió en el agua de algún río pequeño.

Tengo, escondidos bajo la manga alguna pesadilla malcarada y un par de sueños deseados. Alguna fantasía por cumplir, ojalá que a tu lado. El mapa del camino de regreso, la llave para desenredar las dudas engarzadas en tu pelo. Una carta para los reyes magos que aún no he enviado.

Bajo la manga de las camisas de este gato sin dueño, tengo escondidos, varios cuentos de hadas para contarte mientras arrullo tu sueño en las noches porvenir, un libro de poesía, y la certeza de mi mano en tu pecho.

Las ganas de verte, un viaje por hacer, un vino blanco fresco, y un mapa, de estos senderos, equivocado. Un verano pendiente, y algo de frío perenne en el alma que dejaron en mi corazón aquellos que marcharon para no volver. Un trozo de cielo.

Bajo la manga, escondidos en los rincones del boto de puny plateado, tengo una caricia suave, como un susurro, como el murmullo que recorre el vienta hacia tus rizos para decirte que esa caricia es tuya para cuando la quieras, para cuando la necesites.


miércoles, 28 de mayo de 2014

NO SIEMPRE SON COSAS ALEGRES.


Lo cierto, es que en esta ventana de realidades y poemas desprovistos de poesía, hemos hablado un poco de todo. De faldas cortas y tejanos desgastados, del querer y el odio, de damas y caballeros, de alegrías y tristezas. De la vida, al fin y al cabo.

El otro día fui conocedor, alguien compartió conmigo  una de esas noticias que no son noticias alegres. O tal vez si, tal vez si, digo, porque deja una posibilidad de lucha, una obligación de presentar batalla a las dolencias que al parecer va a sufrir el cuerpo, y como no, su inseparable alma. Un momento en el que los análisis médicos lejos de ofrecerte una sonrisa devuelven una bofetada.

Me preguntaba, fíjate, al ser conocedor de esa noticia dicha por  voz de doctor a un amigo mediante las ondas que llevan nuestras palabras por el aire, de la triste sensación que debe quedar en el corazón cuando deshojando la margarita de la vida, al arrancar una de sus hojas de su cáliz, esta hoja te dice que tal vez te quede poco por vivir y mucho por sufrir. Que tal vez, sólo tal vez, no vas a ver crecer a tus hijos, ni sus fracasos ni sus triunfos.

Esa extraña huella, invisible e indeseable, queda aprehendida en tu espalda cuando percibes que el aliento de la negra dama está cerca y apretando en las costillas y en el riñón, trayendo en sus manos dos billetes; uno para el barrio que hay detrás de las estrellas y otro para seguir caminando hacia el carnaval que es la vida. El persistente runrún que en la cabeza debe de decir una y otra vez “señor aparta de mi este Cáliz”

Cuando se enreda en tu corazón la posibilidad, cercana, o no, de dejar de ser antes de tiempo, de una larga enfermedad. Miedo y pavor al mañana. Terror a que se seque la clepsidra dejando en el tintero de tu vida renglones por escribir. Cuando el análisis de las células dicen que es momento de preparar un arsenal de defensas, de hacer fuerte el espíritu del guerrero que todos llevamos dentro. De Estar listo para la lucha, de ser fuerte en la contienda, de presentar un combate, que, sin duda  vas a ganar.

Ese instante en que un murmullo atraviesa el muro de certezas, que todos nos hemos construido, y posa en el cerebro la incertidumbre de cuánto durarán los mañanas. Ese odio a ti mismo, que renace en tu diástole, mientras nace una lagrima en los ojos, por los besos que no has dado, por el placer que te has ahorrado. Se queda uno sin palabras y se encuentra uno con muchas de las dudas que ha evitado.

En fin. No sé. La vida no fue, ni jamás será fácil. No queda más que enviar todas las fuerzas que se pueda a aquel que las necesite. No queda más que acordarse de aquello que mi padre decía muy a menudo; Día que pasa no vuelve.


martes, 20 de mayo de 2014

UN PAR DE HAIKUS

Nadie me sigue
y, sin embargo
Yo, aún, sigo




Si tu no fueras,
yo tal vez seria,
aunque muy pequeño



miércoles, 7 de mayo de 2014

AYALQUIBURY. (último milagro)


En primer lugar, pido disculpas, porque no sé si se escribe así.

El otro día, en uno de esos lugares en los que tardan varios minutos en poner los gintonics que sirven en una especie de peceras enormes, escuche una bonita voz femenina que contaba una anécdota sobre unos conocidos suyos. La anécdota, someramente, consistía en que años atrás, esas personas, habían adoptado a un niño somalí. Este niño se llamaba, (se llama) Ayalquibury (de ahí mis disculpas no sé si está bien escrito….) Al parecer el pequeño nació casi al borde de la muerte, en uno de esos lugares del planeta en que la muerte está más cerca y su aliento es más maloliente y fuerte. En uno de esos lugares en los que rezar pasa por encima de la inexistente medicina para sobrevivir. Pasaron días y horas eternas. El niño, finalmente venció a la negra dama y sobrevivió. Por eso le llamaron así, Ayalquibury, que significa, según explicaba aquella bella muchacha; “Dios siempre guarda un último milagro”.

No estaba yo mucho por pensar en nada, pero lo cierto es que aquella bonita historia, quedo agazapada en mi corazón y en mi mente. No creo mucho en Dios, me gustaría, sería más fácil aguantar los reveses que inevitablemente nos trae la vida sin envolver en papel de celofán, sin avisar, a traición. Pero no creo, supongo que eso no se elige. Claro!!! Aún sin creer es difícil no enamorarse de algunas de las cosas que dice, la biblia, “”su libro”” como por ejemplo
¡Que me bese ardientemente con su boca! 
Porque tus amores son más deliciosos que el vino; 
 sí, el aroma de tus perfumes es exquisito, 
tu nombre es un perfume que se derrama: 
por eso las jóvenes se enamoran de ti. 

 Aún así, sin creer, creo que cada uno de nosotros tiene un pequeño dios corriendo por sus venas, enzarzado en sus dedos. Pensé que tal vez haya muchos últimos milagros y que estos millones de últimos milagros son inagotables y andan acurrucados en tu pecho, engarzados en tus manos. En los besos que me has dado, en los besos que no hemos disfrutado. En la vida a la que estamos invitados.

Es posible que esos últimos milagros se escondan en los terremotos de flores de azahar y en el aroma que, ahora en primavera, estas esparcen por el viento para que se enreden entre tu pelo y tus zarcillos casi redondos, para que sus filamentos y anteras, bailando con el airecillo vespertino, jueguen con las estrellas que adornan tu espalda desnuda.

Puede que ese último milagro que Dios tiene escondido, lo haya guardado en el latido de algún corazón sin dueño ni nombre. En tu ausencia, en los sueños derramados en las noches de cuarto menguante. En reencontrarnos con ese niño que siempre, que aún, anda dentro de ti. En la clave de sol que jamás supiste tocar. Tras el fondo de la última esperanza del ánfora de Pandora. En volver a empezar cuando estás a punto de rendirte. O, quizás, haya dejado dibujado un mapa para que cada uno de nosotros halle su propio último milagro.


Ves a saber, tal vez este último milagro consista en levantarse cuando te caes de camino al país de los sueños. En guardar las cosas buenas de las personas malas, de los malos momentos. En no rendirse, en no quedarse sentado en el sendero. En el trocito de alma que compartimos. En esperar lo imposible. En las velas que insufla el viento del sur. En los días que duelen y en los que no. En las lagrimas confundidas con el agua de lluvia. En las preguntas sin respuesta. En soñar que vuelves y me abrazas.

jueves, 24 de abril de 2014

TAL VEZ SEA MOMENTO


Tal vez sea el momento de pactar las reglas del juego, de quitar la mejilla, de poder aunque no se quiera, de querer aunque digan que no podemos, (al fin y al cabo la fe, el querer, mueve montañas y araña corazones) de respirar despacio y aún con el corazón embargado y en bancarrota decir sin pudor que no en esos lugares engalanados con nuestro dinero en el que se debe gritar no.

Tal vez sea el momento de recordar lo que hizo tu lengua en mi cuello, de buscar tu aroma en mis manos, de que se nos olvide olvidar. De no echar sal en las heridas, de llamar rojo al rojo, de que mi pecho sea tu almohada y en ella tengas dulces sueños y sueñes conmigo. De que se claven mis ojos en tu mirada como se clava la verdad y la razón con el tiempo. De robarle un par de flechas a Cupido y lanzarlas a tu corazón.

Tal vez sea momento de robarte un pellizco y dártelo en el culo, de decir un coño fuerte cada vez que decimos cien avesmaria callando. De llamar peluqueros a los estilistas, cocineros a los restauradores, putas a las trabajadoras del sexo, ladrón a los usureros, carpinteros a los ebanistas y cariño a quien tú quieras.

Como siempre, ahora es tiempo de que sigas guapa y fresca, adivinando donde duele el tiempo y acariciando esa herida, darle el bálsamo que inventó tu boca. Tal vez sea tiempo de que sigas siendo y estando.

Tal vez, ahora, aún con la que está cayendo, sea momento de disfrutar de las hogueras que aún calientan y perdernos en el baile de sus llamas celebrando los besos dados. Tal vez sea tiempo de disfrutar que ahora es siempre ahora.

Tal vez sea momento de atrapar nuestras quimeras, de dormir con las ventanas abiertas y, con el pijama que dan tus besos, perseguir esos sueños aparcados en un rincón del sendero. De perdernos de los caminos que llevan al infierno. De perder juicios, incluso, o sobretodo, el nuestro.


Tal vez sea momento de apagar e irnos…… O tal vez de encender y seguir.

domingo, 6 de abril de 2014

TRES AÑOS DE AMOR



Lo he dicho más de una vez. Lo sé. Tal vez  ser padre sea eso; repetir las cosas. Hasta la saciedad, hasta que se entienda lo que quieres decir, hasta que se empape el mensaje como se empapa la lluvia de otoño en las hojas caídas.

Lo he dicho más de una vez. Lo sé. Llegaste, hoy hace justo tres años. Llegaste como la lluvia prometida y necesaria en los campos del Sahel. En los corazones yermos. Llegaste hace tres años, dejando atrás el invierno y con las redes de tus manos cargadas de sueños y  futuro.  Con los dedos repletos del hechizo que hace florecer de mil colores las flores, como el revolotear de mariposas en rizos queridos. Llegaste, hoy hace tres años, con tu sonrisa esplendorosa, con tus manitas apretando las mías, con tu cuello tieso y tu cabeza mirando arriba, queriendo comerte el mundo, incluso antes de inhalar el primer aire de aquel 7 abril. Llegaste como analgésico a las heridas de la piel, como bálsamo a las del alma. Llegaste, hoy hace tres años,  con el abracadabra que te hace saber que la felicidad es algo pequeñito y cercano. Trayendo la primavera y el porvenir entre tus dedos, las flores blancas que alumbran las cerezas que nacen en el valle del Jertes, y en Sant Climent.

Fíjate, en estos tres años te has transformado  en las huellas que encuentra el naufrago en las playas desiertas en las que se hunde su barco. En los extremos del hilo de Ariadna. En las piedrecitas que dejar, como migas de pan en el sendero, para encontrar el camino de regreso. En la cera que une las alas con las que volaremos tu y yo, hasta que puedas volar solo, cerca del sol. En el brillo de las Pleyades.

Ya ves, en sólo tres años te has convertido en la brillante estrella polar que  marca mi norte. En la colina empapada del agua que dará el arroz del mañana, la cosecha de fresa y risas.  Has venido a demostrar que cumplir años no está tan mal, que las arrugas de mis ojos y el blanco de mi pelo es tan sólo la certeza de que vale la pena vivir, estar vivo. Seguir.  Formar parte de ese circulo vital más viejo que yo, y que todo nuestro pasado.

Tal vez aún no sea el momento. Ya te explicaré. Pero no aprietes más de lo que puedas. Parpadea con fuerza, y no te preocupes;  por más que veas hay más por ver de lo que podemos. No cojas más de lo que des. No busques más de lo que quieras encontrar. No eches sal en las heridas de nadie, ni en las tuyas. Bueno. Aún es pronto. Ya seguiré. Tú hazme el caso que quieras. Tu madre y yo intentaremos darte mapas, brújulas, libros, partituras. Tú, ya decidirás. Equivocaque  mucho. Intenta solventar esos errores. Llora solo cuando toque, jodeté, disfruta, vive. Y cuando al final de los finales pienses que no hay nada, mira un poco más y, seguro, siempre estaré yo. Si caes en un recodo del camino sin duda mi mano estará cerca.

Tres años. Nada. Toda una vida para ti. Para tu madre y para mi. Tres años en las que no existen las noches frías porque cuando vienen los truenos y el hielo te agarras fuerte a mí y a los rizos de mama. No existe el frio porque veo en tus ojos mis travesuras y en tus manos las trastadas que sufrieron  y gozaron (con el tiempo)  mis padres intentando esconder las sonrisas que provocan esas ocurrencias. Repetidas. Mágicas.

Cumples tres años. aún no sabes leer, pero  te interesas por las letras y los números (más por los números para alegría de tu madre ) Ahora es momento de decirte que estas letras, sin números, quedan empapadas de un te quiero de los que no me callo, de los que no quedan prendidos en el aire como quedan colgados los sueños que no cumples. Mira, tan sólo un te quiero, que, tal vez entiendas cuando yo sea abuelo. Tal vez en ese momento entiendas que tenerte cerca es una sensación, sencillamente, indescriptible, como indescriptible es el beso deseado. Comparable, quizás, a la sensación que debe habitar en la sístole de un cazador de estrellas que se encuentra con Andrómeda rendida y brillando a sus pies, las acaricia para luego dejarlas brillar en lo más alto del cielo que alumbra tu sonrisa. Tres años con la misma sensación tras el esternón que debe de tener un pintor que descubre un color que tan sólo pueden ver los dioses. Que un pescador que se hace amigo y cena con Neptuno.

Te duermes exigiendo cuentos de lobos buenos. De manzanas perdidas que curan todos los males y heridas. Escuchando las viejas aventuras de Odiseo y Telemaco, imaginando en voz alta que somos el Ulises que puede tensar cualquier arco. Tú, cielo, tú eres un Telemaco ansioso por vivir por conocer, por saber, por entender, por tensar arcos y andar caminos. Por ser, vivir y estar. Un guerrero que deja en el vientre de sus padres más felicidad de la que jamás sabrás contar.


Tienes tres años y tu risa es un globo de luz que se acerca a los soles lejanos que alumbran mi camino y los aperos que necesito para hacerte feliz. Tres años en los que son las palmas de tus manos el milagro que siembra de pan y besos el futuro.  Tres años, en los que me has robado el sueño te has hecho dueño de mi tiempo y mis horas para demostrar que vale la pena que pasen los años….. Felicidades, muchas Felicidades Piccolo.

sábado, 29 de marzo de 2014

A UNA AMIGA....




Cuarenta, ya ves, es nada. Un momento en el tiempo, un momento sin más. Tal vez momento de seguir, de vivir de amar. Lo cierto es que somos jóvenes y hermosos, porque uno, venga como venga la partida, es joven y hermoso mientras se sienta así.

Y,  tienen algo los años que las letras, las palabras o los silencios que quedan pendidos entre la estrofa de una y otra poesía no pueden expresar. Tal vez, eso, esa huella vital tan sólo quede apuntada en esas bellas arrugas que el tiempo va dejando en nuestro rostro, como deja azúcar septiembre en las uvas, como deja luz el verano tras el sol vespertino y tardío.

Fíjate,  amiga, que el tiempo pasa y va dejando en el zaguán de los recuerdos, sonrisas, lágrimas, recuerdos, planes, alegrías. Años. Una maratón con el tiempo justo. Antojos por cumplir, palos por tirar, piedras que no han nadado en ningún rio, sueños por soñar, vinos bebidos, besos que no se han dado, abrazos en la sombra. Fracasos. Éxitos. Decepciones que encuentran la salida en el abrazo de un amigo, en las manos  del pasado, en los pies que van al futuro. Y, Fíjate, que a pesar de todo de los años siguen viniendo siguen, pasando…. Tal vez lo más importante, sean las sonrisas compartidas, las confidencias escondidas, la amistad sincera en esos rincones del alma que quedan agazapados en el baúl del tiempo, en la caja de los recuerdos, En las botas del porvenir.

Ya ves, amiga, sólo, cuarenta gotas de agua en la clepsidra de nuestras vidas, en los granos de arena que poco a poco, cadenciosos, pasan por el estrecho devenir de los momentos que nos abrazan, que nos molestan, que nos sonríen, que nos motivan a llorar, a reír, a agitar las manos. A vivir  al fin y al cabo. Un precioso momento para volver a mirar atrás, para respirar. Seguir y andar. Para suspirar con la certeza de que queda mucho por vivir y que todo va a ir bien.

Mira, amiga, mira que tiene el tiempo, como mínimo, cuarenta sonrisas. Cuarenta sombras. Cuarenta heridas. Cuarenta luces. Cuarenta motivos para no contar los años y mil para contar las circunstancias que hacen que tiemble nuestro corazón, que naufrague nuestra voluntad, se pierda la intensidad de nuestras convicciones. Cuarenta amaneceres. Cuarenta ladrones sin pistas para encontrar la luz tras la negra noche. Un hilo de Ariadna que nos sacará del más oscuro de los laberintos.

 Fíjate, amiga, que en los brazos de tus amigos. De aquellos que te quieren, que aún no  son  tan viejos ni tienen los brazos muy cansados hay un hueco para la esperanza una lumbre refulgiendo por si hace falta y se hielan tus manos. Un abrigo para los días de frio. Un paraguas por si llueve. Unos labios dispuestos a soplar en las heridas. Una brújula por si pierdes el norte. Un abrazo. Y, tal vez, la vida sea una bachata, un baile en el que moverse sin dudas ni vergüenza ni miedo en los pies. Un baile que bailar descalza.

Fíjate, amiga, que tal vez  la vida no sea más que el castañear de la estrella que te mira cuando no duermes sola. Que el hombre que te ame descubra que el mejor tiempo es el que pase contigo. Respirando tu aire. Enredado en tus manos. Cepillando tu pelo.